Categoría: Fragmentos

«Lo que es es», hasta en tiempos campanudos (*)

La que sigue es una cita que alberga mucho más contenido del aquí vamos a tomar. De hecho, bien valdría para pensar las últimas certezas que alumbra nuestra época en materias muy dispares, pero nos limitaremos a tomarla como un aviso para estos «tiempos interesantes» que, sinceramente, ya empiezan a aburrir.

«Advirtamos una vez más que el hecho de que nosotros nos tomemos el “es” tan fácilmente de ninguna manera demuestra que él mismo y lo que nombra no esconde en sí un peso, aunque apenas seamos capaces de ponderarlo. El hecho de que podamos tomarnos tan fácilmente este “es”, indica con qué grado de amenaza estamos expuestos al constante peligro de un engaño. Y el peligro es tanto más engañoso por cuanto parece que no se da.» (pp. 148-149)

Lo que más interesa ahora es la paremia con la que concluye Martin Heidegger la reflexión. Efectivamente: cuanto más se cree estar en la verdad, más riesgo hay de estar equivocado, ‘autoengañado’ si se quiere. Pero la cosa es mucho más catastrófica de lo que pueda parecer a simple vista. De este modo, y hay que recordar que bien dice Heidegger que «la ciencia no piensa» (al menos, no como los pensadores), cuanto más próxima pensara estar la ciencia de iluminar las grandes preguntas en torno al Ser, más alejada de la respuesta misma podría estar por cuanto cabe la posibilidad de que siguiera un camino erróneo, aunque aparentemente satisfactorio para sus reglas. No tardaríamos mucho en darnos de bruces con los límites de nuestros propios sentidos –es decir, nuestras interpretaciones y prospecciones erróneas- recibiendo a cambio una sucesión de fenómenos (por nosotros) inexplicables que alterarían la posibilidad de cualquier plan.

Esta afirmación de Heidegger -y, en general, con las cautelas pertinentes, todo su pensamiento- también se puede extrapolar al ámbito político. Decía él que «el peligro es tanto más engañoso por cuanto parece que no se da»; digamos ahora que “la dominación es tanto más efectiva por cuanto parece que no se da”. Sin duda, esta pregunta por la dominación, lanzada desde un contexto geopolítico en el que es imposible –e insalubre- no sospechar de una encriptada estrategia de dominación por parte las corporaciones transnacionales, remite en última instancia a una dimensión existencial: la pregunta por la libertad. Se diría también, pues, que «la esclavitud es tanto más convincente por cuanto parece que no se da». Y con ello se quiere decir que “cuanto más libre se siente uno/a, más al acecho de un (auto, o colectivo) engaño ha de estar”. Se ha de admitir que a mayor sensación de libertad, mayor es el riesgo de que la dominación se esté llevando a cabo de una manera impecable.

Una dominación que, al hilo de todas estas ilusiones -¡alguien tiene que hacer el trabajo sucio!- dijérase apodíctica. Con todo, lo que vendrá a gobernaros continúa a años luz de lo que podría ser. Aunque, para darle la razón a Martin, ni sepamos que fuera aquello que pudiera ser, ni, acaso, qué sea lo que nosotros/as seamos. Cuidado con lanzar las campanas al vuelo: a poco se nos caen encima.

(*) A propósito de la sentencia de Parménides: «es necesario decir y pensar que lo que es es» (p. 152).

Pensar la ‘teliatría’ (con Jorge Acevedo Guerra)

«Para Husserl, la Tierra es, ante todo, suelo (Boden); para Ortega, aquello que me sostiene firmemente; para Heidegger, la portadora (Tragende). La Tierra, pues, tendría para los tres cierto carácter de «fundamento» que, por cierto, sería necesario precisar en cada caso. Lo que es claro, no obstante, es que la teliatríaneologismo que remite a Tellus (lat.), Tierra, y a iatreía (gr.), curación, y que convendría poner en uso—, ya tiene cierta base filosófica que, a la postre, puede jugar un papel de la mayor importancia al abordar problemas que afectan hasta a los más alejados de toda teoría.» (p. 3)

Texto completo del profesor chileno aquí.

¿Acción y de ningún modo pensamiento?

Totalmente fortuito, el hecho es que esta jornada me sorprende con la pregunta por el pensar heideggeriana entre las manos. Pese a que, con mucho, excedan las posibilidades de este día, no puedo dejar de compartir alguna de sus reflexiones (I). Después me vengo con algunas paremias totalmente accesorias que me han ido surgiendo (II). Mejor las digo de una vez.

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Superterroristas del artefacto piedad

«El desierto crece» (Nietzsche)

Mientras leía al “lugarteniente de la nada” en una proyección pública de cine, escuché como la película buscaba nuestra interpelación preguntando lo siguiente:

«¿Quién no ha deseado alguna vez ser un superhéroe

Inmediatamente pensé -quizá porque a ello me animaba cansinamente el simpático lugarteniente- que también estamos los que a menudo fantaseamos todavía con la idea de ser ‘Superterroristas’. Me explico.

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Agonía, educación moral y optimismo ‘non confeso’ en Emil Cioran

Leer a Emil Cioran mientras atardece entresemana es un ejercicio mucho más gratificante de lo que pudiera parecer a primera vista. De hecho, aunque hay que decir que lo hacíamos sin ningún motivo de congoja fuera de lo normal, cuando el otro día repasábamos las páginas con las que comienza su primera obra (En las cimas de la desesperación, 1933) terminábamos por compartir algunas carcajadas a la salud del venerable especialista de la muerte. Ahora, más que nada por contrastar su pretendida hilaridad, quería comentarles dos de las ideas relativamente sostenibles que nos surgieron durante aquel rato.

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Carlos y el martillo de Schrödinger

Desde que la conozco, me he preguntado en repetidas ocasiones por qué Schrödinger eligió un gato para enunciar su paradoja [1] habiendo, como había en los años treinta y sigue habiendo todavía, una nutrida especie de animales corruptos con cuyo encierro –y, al menos, potencial eutanasia– se hubiera congratulado la humanidad en medida mucho mayor. Lo que planteaba el austríaco se ha convertido en una de la preguntas incontestadas más conocidas de la física cuántica, y, como pueden ver, por ejemplo, en la wikipedia [2], da para pasar un buen rato discutiendo ese tipo de cuestiones aparentemente tan irrelevantes de la ciencia, pero que podrían llegar a justificar lo asombroso de la posibilidad de mundos paralelos («many worlds»).

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Sobre los reyes, los filisteos y sus almorranas de oro

Extrac.

«Hoy hemos cambiado nuestros valores universales, «nuestro dios», nuestra libertad como individuos que quieren “hacer el bien” por un régimen de reyes, representantes y leyes mercantiles que, como le decía su dios a Samuel y su pueblo, se apropian de nuestros recursos y nuestras mismas personas».

Entrada completa en: http://www.ellibrepensador.com

El profeta y juez Samuel