Etiquetado: Ecosocialismo

Videoarte reivindicativo: la ecología de John Zerzan

Lo diremos por vigésimo primera vez, en la entrada 101 de nuestro phrontisterion: hay que decrecer, hay que despertar de la tecnoutopía del engañoso y malvado ecocapitalismo.

john Zerzan, ecology, ecología

Últimamente, pocos documentos, a excepción de algún texto de David Graebber y la excelente compilación Pensar desde la Izquierda, han conseguido engorilarme en la medida en que lo ha logrado hacer la pieza de videoarte Surplus: terrorized into consumers (online subt.) Sigue leyendo

Resistir a la hipótesis de la «colisión termo/gen» (Thermo/Gene Collision)

Las sociedades humanas, tomada “la civilización” por sus partes, son un caso muy particular de entre el catálogo de los sistemas vivos autorganizados. La peculiaridad es que su desarrollo no sólo responde a cambios, estímulos o impulsos por mor de su naturaleza, pues es también capaz de modificar los vectores de su comportamiento en base a la alquimia del lenguaje (logos) que realiza. El uso de la palabra, le da al humano la capacidad de crear instituciones acumuladoras de información, y estas le permiten la posibilidad de poder decidir y actuar de una manera consciente, es decir, en base a un plan de acción determinado a sus objetivos (telos). No se encuentra ningún ejemplo similar, capaz de participar de esta fabulosa capacidad para organizarse y mutar de la sociedad humana, en la retahíla evolutiva: es por tanto muy posible que no haya leyes generales que expliquen la organización y el cambio propio de nuestras sociedades.

Una consecuencia de lo anterior, es que es inútil buscar leyes y determinismos naturalistas para orientarnos en el despliegue civilizatorio apropiado para continuar la historia. Más bien, como han explicado diversos especialistas en sociología y medioambiente (entre ellos, Ernest García), el cambio de las sociedades responde a la evolución cultural, y no tanto a la natural. Sin embargo, resulta preferible por evitar confusiones respecto de una idea de “evolución cultural”, hablar de «cambio social, o simplemente de historia» -como decía Ernest en una de sus clases-.

Este es un argumento a favor de una conocida y denostada afirmación orteguiana que se puede resumir en que “el hombre tiene historia y no naturaleza” (Ortega y Gasset, O.C., Taurus, T. V, p. 343.). Veamos por qué. Ernest García, para posicionarse de la manera que anteriormente hemos mencionado, ha tomado a las sociedades como entidades vivas, como puras corporaciones, remarcando que en ellas, los cambios no se dan según una naturaleza, sino en base a variaciones en el uso del lenguaje y del pensamiento en general. No cabe duda de que las corporaciones inmediatamente inferiores que constituyen las sociedades humanas, son las generaciones de individuos que se entrecruzan durante el despliegue cronológico. De este modo, la única manera de anticipar, o tratar de esbozar un patrón de conductas, es observar la historia de estas sociedades, los diferentes vientos que ha propiciado el paso sucesivo y solapado de generaciones y generaciones de humanos -¿algo así, limadas sus asperezas, como el método histórico de las generaciones?-.

No obstante, cabe la pregunta acerca de qué alienta esa historia, cual es el material básico que suscita la dinámica histórica generacional -habiendo descartado, tal vez demasiado pronto, un fantasma biológico como demiurgo del sistema-; sencillamente, diríamos que son los genes, con toda su problemática. Tal vez conozcan la hipótesis de la colisión termo/gen (Jay Hanson, “Thermo/Gene Collision – On Human Nature, Energy, and Collapse”, The Social Contract, vol. 17, nº 3, 2007. Disponible online: http://www.thesocialcontract.com/artman2/publish/tsc1703/tsc_17_3_hanson.shtml), en ella se nos advierte de la profunda disonancia entre las características de un sistema como el termodinámico (limitado e irreversible), y las clausulas de protección de la impronta genética (ilimitado y potencialmente indefinido). Si es cierto que el egoísmo lleva al gen a desear acaparar el universo, lo es también que pronto no habrá universo suficiente para tanto egoísmo: «cuando nuestro subconsciente sienta que es mejor para nuestra salud mentir, engañar, robar, violar o matar, entonces lo haremos. Es nuestra herencia genética» (Hanson 2007, último párrafo); o como puntualiza García:

«La expresión alude al cruce entre las leyes de la termodinámica (que causan que la provisión de recursos sea cada vez menor) y los impulsos genéticos (que reclaman siempre más y más). (…) El resultado es que una situación caracterizada por la sobrepoblación y por el declive en la oferta de recursos desemboca necesariamente en una desorganización catastrófica. La conservación del orden social requeriría más y más cooperación, pero los individuos están programados genéticamente para reducir la cooperación y perseguir ventajas adaptativas. Los poderosos recurrirán entonces a todos los medios a su alcance –incluyendo las armas nucleares– para incrementar su porción en el reparto y para mantener las jerarquías sociales.» (Ernest García,  (2007). «Los límites desbordados. Sustentabilidad y decrecimiento». Trayectorias, 9(24), 7-21, p. 15).

Según veíamos, el humano debe realizar un triple salto mortal (desde la cima de diversos trampolines fáusticos): sobrevivir a un ecosistema finito, irreversible y hostil; sobreponerse a los límites biofísicos que le impone su propia naturaleza (en inextricable vínculo con el ecosistema); y solazar los ímpetus metafísicos de las cláusulas de protección inscritas en su genética –decimos metafísicos por cuanto rebosan las fronteras físicas y termodinámicas, según señalaba la hipótesis termo/gen-. Hemos de recurrir, forzosamente, a una nueva filosofía “capaz de hacerse”, con todas sus implicaciones sociales, políticas, económicas, etc.

Critico-mentario de Elysium: porque «las masas no merecen la inmortalidad»…

Mi madre me invitó ayer a ver Elysium. Me pareció una buena película que mantiene, con sus más y sus menos, el ritmo hasta el final.
Sinopsis: «En el año 2159 existen dos tipos de personas: los muy acaudalados, que viven en una estación espacial artificial e inmaculada llamada Elysium, y el resto, que vive en la Tierra, superpoblada y en ruinas. La Secretaria Delacourt (Jodie Foster) no se parará ante nada para preservar la lujosa forma de vida de los habitantes de Elysium. Pero eso no impedirá que la gente de la Tierra intenté con todas sus fuerzas entrar en la estación. Max (Matt Damon) acepta liderar una misión en la que se jugará la vida, pero que servirá para igualar estos dos mundos opuestos» . (http://www.noescinetodoloquereluce.com/2013/08/taquilla-usa-elysium-la-pelicula-mas.html)

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Contexto: «Ocurre algo curioso al ver ELYSIUM: uno no puede parar de pensar en lo condenadamente buena que era DISTRITO 9, aquel fascinante triunfo en forma de carta de presentación para NEILL BLOMKAMP, que además llegaba de la mano de PETER JACKSON. Era ciencia ficción de calidad, con premisa apasionante, cariño y nervio en la dirección, y una mezcla de crítica social y acción desenfadada extraordinaria. ELYSIUM es su segunda película, significa su reválida; un reto que supera, pero sin hacerlo con su predecesora, que planea sobre ella de principio a fin» . (http://elpalomitron.com/tag/elysium/)
En cualquier caso, mi interés se centra en la crítica sociológica que facilita el film: In-justicia medioambiental, inmigración, elitismo, corrupción política, explotación laboral, desatención médica, ciudades basura, biotecnologías, cibernética y transhumanismo son algunos de los temas que permite abordar esta película, que sin duda ejemplificación la pesadilla de la que Riechmann nos advierte en “Gente que no quiere viajar a Marte”.
El problema es que la gran mayoría de ellos, sospecho que más de los que pensamos, están ya sucediendo en el presente. Por ejemplo, los temas de justicia ambiental están a la orden del día, por no hablar de la metáfora de las pateras intergalácticas o la mera idea de colonizar el espacio para buscar nuevos entornos no degradados , el chabolismo o la negativa a proporcionar medicamentos a los países más pobres por la industria farmacéutica, la corrupción política o (lo que creo que por desgracia va a pasar más desapercibido) la implantación de biotecnologías que permiten: 1. El control y fiscalización absoluta sobre la ‘ciudadanía’, por medio de súper-polis o chips intradérmicos; 2. El aumento insoslayable de las diferencias sociales y las restricciones a los nuevos paradigmas de bienestar.

Al principio, la exposición de la trama consiguió entristecerme pero al poco, el enojo por una realidad futura irremisible (que ya se da) me invadió por completo.
Para muestra, un botón:
Como algunos transhumanos planean dominar el mundo
«¿Una historia de ciencia ficción clásica? No, es una visión del futuro que algunos del llamado movimiento transhumano tratan de lograr. Por supuesto los que trabajan para crear este mundo aterrador completamente esperan estar entre las filas de los señores gobernantes».
«Con 80 años, Marvin Minsky, llamado el padre de la inteligencia artificial, creador de las redes neuronales artificiales y el cofundador del laboratorio de IA (Inteligencia Artificial) en el MIT, cree que en general las masas no tienen ni idea acerca de cómo manejar la inmortalidad, ni se lo merecen. Desde la perspectiva de su torre de Marfil, él cree que los científicos necesitan el tiempo extra que la inmortalidad puede proporcionar, mientras que el resto de la humanidad debe cumplir con la normal esperanza de vida».

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El resto del artículo en: http://conspiraciones1040.blogspot.com/2013/02/como-algunos-transhumanos-planean.html#.UhW4ZD_KjTB

Respecto de las colonias interplanetarias: Se buscan voluntarios para un viaje de ida sin regreso a Marte…

http://cnnespanol.cnn.com/2013/04/22/se-buscan-voluntarios-para-un-viaje-de-ida-sin-regreso-a-marte/

Serge Latouche, ‘décroissance’ y trabajar menos para vivir mejor, entrevista en El Pais

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Mi tío me envia esta entrevista a Latouche, su lema es por el decrecimiento. Acá en España encontramos a Florent Marcellesi apostando como Latouche por la reducción de las jornadas laborales; o a Jorge Riechmann predicando sin descanso el credo de la autocontención y las transiciones socioecológicas, que sin duda deberán estar marcadas por un ritmo atenuado, un «fade out» progresivo de la tecnociencia prometeica.

La entrevista: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/15/actualidad/1376575866_220660.html

Sobre la ‘décroissance’ (‘degrowth’, decrecimiento):

http://www.youtube.com/watch?v=r08s_9Z6OTE (Latouche explica)

http://www.ladecroissance.net/

http://www.decroissance.org/

http://www.ecopolitica.org/index.php?option=com_content&view=article&id=135:historia-del-movimiento-de-la-qdecroissanceq&catid=15:historia&Itemid=54

William Morris, ¿orígenes del ecosocialismo?

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Algunos autores[1] han señalado el papel primigenio de William Morris (1834-1896)[2] a la hora de introducir una corriente ecológica en el pensamiento socialista utópico y libertario. El socialismo utópico proponía la posibilidad de construir sociedades más justas, igualitarias, libres y habitables, nutriéndose mutuamente de las manifestaciones revolucionarias de su época. Sin embargo, Marx y Engels reaccionaron a estas tendencias con una respuesta antiútopica, por considerar que dicho pensamiento era una fase reaccionaria y atrasada del pensamiento social dominante (ya superado por la propia dinámica de los acontecimientos históricos), y se centraron claramente en un socialismo científico que daba por inconsecuente e infantil a su versión utópica.

Para algunos, Morris, fue un socialista marxista poco ortodoxo, muy próximo a los movimientos libertarios y las ideas de Kropotkin, lo que le sirvió la suspicacia de otros socialistas más estrictos.[3] Pero lo interesante de este personaje es precisamente su eclecticismo, como expresa De la Cuadra:

«El proyecto utópico de Morris, en tanto proyecto de transformación social radical, se nutre ya sea de elementos del pensamiento marxista como de las corrientes anarquistas, y privilegia el papel de los individuos en la construcción de ese cambio sustancial, rescatando sobre todo la visión de un ser humano con vocación para ser feliz, con un deseo irrefrenable de lograr la plena libertad y la emancipación del conjunto de la humanidad».[4]

Con este mix de ideologías, Morris contribuye a conformar lo que posteriormente se ha denominado como “socialismo ecológico”, “ecología socialista” o ‘ecosocialismo’ (nombre que aquí tomaremos). Este autor incorporó la dimensión ecológica tanto en su hacer político como en sus textos. Lo curioso es que la aproximación estética que realiza a la naturaleza, le lleva a concebirla no sólo como naturaleza salvaje prístina (como la ecología profunda), sino más bien como una naturaleza que incorpora la intervención humana, tal y como un jardín. Mientras tanto, conserva una dura crítica de la civilización industrial y de las mercancías (inspirándose en el concepto de fetichismo de Marx), así como del abuso de las máquinas, la alienación y la división del trabajo, de tal modo que «Armonizar la ciudad y el campo es una preocupación constante en su acción y en sus escritos, y anhelaba transformar la Inglaterra fabril y contaminada de 1890 en un bello ‘jardín’, preconizando la restricción de la industrialización salvaje que experimentaba su país en esa época».[5]

Entre otras cosas, William Morris publicó una novela de importancia central, Noticias de Ninguna Parte puede ser considerada la precursora del pensamiento ecosocialista, que para Michael Löwy y Joel Konder «se trata de una obra literaria y no de un sistema utópico cerrado, de un “discurso programático” o de una previsión ‘científica’ del futuro».[6] Dicha novela debe contemplarse como la antítesis de Reviendo el Futuro de Edward Bellamy (1850-1898), en la cual Bellamy alaba los principios de la industrialización y la centralización, mientras que para Morris esto suponía antivalores opuestos al verdadero espíritu socialista y libertario que animaba su pensamiento. Morris ha sido acusado de romántico e iluso, aunque a la luz de los hechos contemporáneos, resulta innegable la necesidad de cierto decrecimiento. En cualquier caso, como De la Cuadra apunta:

«Morris nos advertía sobre los riesgos que entrañaba un padrón de desarrollo sustentado en usufructo ilimitado de la naturaleza, al tiempo que es capaz de construir una alternativa, aunque sea imaginando un mundo más habitable, sin ciudades contaminadas, en que las personas pueden circular libremente entre espacios verdes, rodeados de bosques y jardines, y en completa armonía con los ecosistemas y el resto de los seres humanos. Por lo mismo, William Morris puede ser considerado, quizás, el principal pensador y artífice de una corriente ecológica dentro de la tradición marxista, quien suma la dimensión ambiental a un proyecto emancipatorio global de la sociedad, rechazando de este modo el carácter productivista, predador y explotador del capitalismo»[7].

De la Cuadra, F. (2010). «Utopía y ecosocialismo en William Morris». Persona y Sociedad, 24(3), 31-51.

Löwy, M. (2002). «O socialismo libertário de William Morris» . En M. Löwy, & L. Konder, Notícias de Lugar Nenhum. Ou uma Época de Tranqüilidade. Um Romance Utópico (págs. 9-19). São Paulo: Editora Fundação Perseu Abramo.

Löwy, M., & Kovel, J. (2002). Ecosocialist manifesto. Capitalism Nature Socialism, 13, 121-133.


[1] (De la Cuadra, 2010)

[2] Fue pintor, artista plástico, diseñador, arquitecto, decorador, artesano, poeta, escritor y activista revolucionario.

[3] (Löwy, 2002)(B)

[4] (De la Cuadra, 2010), p. 41.

[5] (De la Cuadra, 2010), p. 41-42.

[6] (Löwy, 2002) (B), p. 17.

[7] (De la Cuadra, 2010), p. 49.

Entrevista a Jorge Riechmann, 14 mayo 2013

http://www.robertosaenz.com/entrevista-a-jorge-riechmann-por-roberto-saenz/

El Concejal ambientalista Roberto Sáenz entrevista al Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Jorge Riechmann.

Sáenz indaga al célebre autor del libro “Al Socialismo solo puede llegarse en Bicicleta”, sobre sus ideas a propósito del Ecosocialismo como el único modelo económico que posibilitaría a la humanidad llegar al Siglo 22.

Riechmann, con base en un análisis de la economía global, afirma que “no habrá tal cosa como capitalismo neoliberal del siglo 22, pues o habrá Ecosocialismo del Siglo 22 o simplemente no habrá Siglo 22″.

En la entrevista hace referencia a los diez rasgos del Ecosocialismo y avanza en proponer algunos caminos para consolidar el proceso hacia este.