Etiquetado: sostenibilidad

El misterioso ‘ursucéfalo’

(Sobre lo que la ecología, a veces, no es)

«Una ensordecedora algarabía llegó entonces del lado donde tienen sus jaulones los simios. Eran los cinocéfalos que representaban su tenaz comedia religiosa, saludando entre ridículos saltos, un rayo del sol dorado y nuevo que se quebraba en los hierros de su jaula» (Ortega y Gasset, O.C. ed. Taurus, T. VII, p. 37).

 

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Os enlazo un breve ensayo sobre la «paradoja del ursucéfalo»; trata de una propuesta cultural que en su trasfondo pretende ser ecologista y en realidad no lo es. Resta decir que no es el único comportamiento en detrimento del ecologismo, ni el que mayor impacto tiene, lo importante es que lo llevan a cabo pseudoecologistas -en realidad casi participes de una ecología muy profunda- que se autoengañan.

(Un abrazo muy fuerte para los que, pese a todo y aunque tal vez no volviéramos a ir, allí estuvimos cuando el bosque nos habló…)

Leer el artículo en El Librepensador

frag.: «…esto es lo que de algún modo puede considerarse una disrupción herética de su propio dogma: una herejía. Pensar por el oso, implica más bien comprender la necesidad de preservar las condiciones de estabilidad favorables a su conservación como especie; los asistentes y organizadores del festival, deberíamos haber valorado las posibilidades de materializar una celebración de esas dimensiones sin alterar negativamente las condiciones del ecosistema receptor

Pensando para el mundo de los vivos, aunque desde una isla y entre muertos

Caronte isla de muertos

Composición a partir de «La isla de los muertos» y «La barca de Caronte».

«La filosofía no es un decir a otro, sino un decirse a sí mismo. No es faena de sociedad, sino menester de soledad. Filosofía es una especie de robinsonismo. Lo específico estriba en que el Robinsón filosófico no vive en una isla desierta, sino en una “isla desertada”, cuyos habitantes anteriores han muerto todos. Es la Isla de los Muertos: de los filósofos muertos, únicos compañeros de que la filosofía, en su soledad, ha menester y con quienes tiene trato» (Ortega y Gasset, La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva).

Esta entrada está pensada para defender a un colega Robinsón que se enzarzaba en una difícil discusión de la que, por otra parte, no tomaré yo partido. El caso es que mi colega, y lo digo en el sentido de que lo siento cercano por su ánimo de pensamiento crítico, respaldaba su opción respecto de las próximas elecciones europeas –recuerden que ‘hoy’ estamos en mayo de 2014- en la lectura de textos clásicos que viene realizando. Al margen del desarrollo de dicha discusión, que versaba entre votar o no, me llamó la atención la reaparición de un par de comentarios en mi opinión bastante manidos.

El primero fue la afirmación, como un gran descubrimiento, de que los libros también están manipulados. En efecto, yo todavía no he podido escribir lo que se dice un “libro completo”, aunque no me falta material disperso para reunir un buen legajo; no obstante, puedo, y lo mismo harían muchos de ustedes, decir con toda seguridad que sí, que cada una de las frases que escribo está severamente manipulada, paladeada, degustada, dicha y redicha, repensada hasta el punto que me acuesto y fragmentos de lo que vengo de escribir me asaltan obsesivamente y me reclaman que los considere. Además, en última instancia, cualquier autor, que no digo que yo lo sea, sueña con que sus libros sean posteriormente muy manipulados por todos aquellos/as lectores/as que pudiera encontrarse en el camino de su distribución. Otro asunto muy distinto es la medida en que los autores que uno lea estén manipulados, o sea si alguien les ha pagado por poner en texto lo que ponen. En definitiva, la misma idea de ‘libro’ es de por sí una manipulación, en tanto que proyecto compuesto por un relativo objetivo performativo. Todo mensaje es una manipulación, pero a dos bandas: emisor y receptor; más le vale al último abordar los libros con la perspectiva crítica adecuada, pues, todo sea dicho de paso, ningún libro deja de enseñarte algo, aunque sea ‘rebeldía’ y, por mi parte sí, revolución.

El segundo argumento fue una frase que no era la primera vez, ni mucho menos, que veía: «La vida está ahí fuera, con las personas, no entre libros y cuatro paredes». En principio, nada que objetar; aunque la vida, o al menos lo que se dice “mi vida”, creo que también está dentro de mí mismo y no tanto con las personas, pues estaría yo muerto de ser así. Tenemos así en primer lugar que el filósofo, o más bien diremos el pensador, no está totalmente desvinculado del mundo de la vida cuando se aísla a meditar, pues él mismo es unidad indivisible del holón ‘vida’–decimos ‘unidad’ por decir algo, pues consideren la cantidad de microorganismos que sobreviven (¡y que nos ayudan a sobrevivir!) gracias a su parasitarnos, ya sea en nuestros intestinos, en las escamas de nuestra piel, etc….-. Pero esta frase permite más desarrollo. Dicha así podría llevarnos a creer que el pensador es un ente aislado y recluido, como decía, entre cuatro paredes. Bueno, puedo hablar por mí y mi tema, de mi libro todavía no y por ello permaneceré en la estancia aunque no se hable de él, para discutir la futilidad de semejante afirmación.

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Videoarte reivindicativo: la ecología de John Zerzan

Lo diremos por vigésimo primera vez, en la entrada 101 de nuestro phrontisterion: hay que decrecer, hay que despertar de la tecnoutopía del engañoso y malvado ecocapitalismo.

john Zerzan, ecology, ecología

Últimamente, pocos documentos, a excepción de algún texto de David Graebber y la excelente compilación Pensar desde la Izquierda, han conseguido engorilarme en la medida en que lo ha logrado hacer la pieza de videoarte Surplus: terrorized into consumers (online subt.) Sigue leyendo

Corollarium al conjuro de Ortega

Nunca ha sido bueno atiborrarse de fluido, ni aunque este venga recomendado por el mismísimo García, pues, ya saben, los ‘anacronópatas’ beben y beben y nuestro Phrontisterion los transporta donde él quiere. Hoy trato de centrarme en el tema que, en algún momento, habré de defender: La ecología de José Ortega y Gasset. Debo a partir de ahora, y ya desde entonces, algunas respuestas e interesantes conversaciones en red, a algunos lectores de este breve blog.

endorcismo

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Un mantra termodinámico malintencionado

Es posible que conozcas la primera ley de la termodinámica: «La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma».

Esta afirmación da gozo, es decir, es como una exoneración al dispendio y la crematística energética…pues nunca estaremos destruyendo energía, sino transformándola. El problema real , reside en la entropía (S): cuando consumimos energía (recursos, fuentes, etc.) en el inevitable metabolismo de la sociomasa, efectivamente, transformamos la energía, pero en ese proceso de transformación, sucede un aumento de los niveles de la entropía del sistema general (el planeta). En el archiconocido proceso, lo que sucede entonces, es que la energía es transformada en formas menos útiles para producir trabajo y, por lo tanto, muchos menos válidas para la civilización humana.

Podría decirse, a grandes rasgos y sin ningún rigor científico empírico por mi parte, que la energía se ‘degrada’ para su utilidad humana. La cosa ya no es tan alegre como la mera transformación, hay pérdidas irreversibles.

termodinamics

Esclavos del fermento. Receta de biopolítica contra la tiranía de la levadura

Una buena receta, o más bien una propuesta, para la biopolítica capaz de elevarse hasta la altura de los tiempos a los que se enfrenta, es, sin lugar a dudas, buscar una fermentura mitológica que se ajuste a los límites biofísicos del planeta: ni prometeica, ni cornucopiana…

Porque no sólo de textos vive el hombre: dos apuntes sobre cómo hacer pan anti-capitalista con una truñilex, mientras tratas de salvar el mundo de la catástrofe ecológica.»

Entrada completa en: «Esclavos del fermento…» (ellibrepensador.com)

pan

Un balance del ecologismo durante el año pasado de Florent Marcellesi

Marcellesi trata de advertirnos del incremento de la virulencia de las luchas por los recursos energéticos, alcanzado el punto cero de la utopía fosilista, comienza la guerra de todos contra todos por el control de las fuentes de energía todavía aprovechables… señales del futuro cada vez más próximo.

F. Marcellesi, «El movimiento ecologista en el 2013: el año de la energía»

Más Elysia y menos Elysium: una buena metáfora para el ecologismo del siglo XXI

Las plantas, como saben, producen sus alimentos mediante un proceso químico llamado fotosíntesis; el resto de los seres vivos, tenemos que buscarnos la vida de una u otra forma. Sin embargo, existe alguna excepción: la “Elysia chlorotica“, una humilde babosa de mar, es el primer animal descubierto con capacidad para la fotosíntesis.

elysia 2

La Elysia se alimenta de los cloroplastos de la Vauncheria Littorea, una alga marina. Por una especie de secuestro -conocido como cleptoplastia- las estructuras fotosintéticas de esta alga quedan preservadas en el epitélio de su sistema digestivo, donde posteriormente, continuarán realizando su trabajo: fotosintetizar la luz solar para convertirla en energía de la que vivir (en este caso, alimentarán a la babosa). Dos semanas dedicadas exclusivamente a las algas, y el ‘animal’ podrá permanecer sin comer durante casi un año: más o menos el resto de su vida.

Cuanta falta nos haría que nuestro ser quisiera parecerse un poco a Elysia. Lo digo imaginando a la civilización, sobre todo la del norte económico, como una gigantesca bestia voraz. El problema, es que a esta bestia civilizatoria se le agota radicalmente el alimento; es decir, los recursos energéticos disponibles en el planeta tierra. La inquietante pregunta es que va a comer para entonces, para cuando agote la energía que hasta ahora sostenía su mantenimiento, ¿acaso se producirá la de-función de este sistema autoorganizado? O lo que es lo mismo, ¿va a producirse un apocalipsis civilizatorio? (algunos se preguntan todavía si podrán mantener su estatus de absolutos privilegiados, y sus niveles de ‘bienestar’).

Hemos de plantearnos seriamente, no como los buitres del ecocapitalismo, el uso de las fuentes de energía renovables: entre ellas, aunque no la mejor, está la captación de la luz solar. Decíamos que no es la mejor, pero no lo es por un motivo muy sencillo: nuestra forma de vida, nuestro sistema auto(des)organizado, nuestra bestia, alcanza cotas de consumo delirantes. Vivimos por encima de nuestras posibilidades, y quien diga lo contrario, debe reconocer que le importan un pepino las generaciones futuras (tal vez incluso sus nietos o biznietos). Un planteamiento serio, requiere abandonar la obsesión por un lujo ilegítimo y buscar una fórmula de justicia omnicomprensiva: aquella capaz de atender a las demandas de justicia social en el presente (y en el futuro) y ser capaz de sostener cotas estables de biodiversidad…

Tal vez deberíamos adoptar un modelo biomimético relativo a la Elysia, ser capaces de abastecernos de una energía limpia y abundante, sin exagerar nuestras necesidades. Otra opción, es dejar las cosas como están y prepararnos para el ecoapocalipsis, pero entonces tampoco deberíamos olvidar que viviremos en un contexto en el que la justicia social habrá sido totalmente abolida por la plutocracia… por lo menos yo, estoy convencido de que viviré en el peor de los mundos, en el devastado, y no me hace demasiada gracia.

Documental sobre formas diferentes de vivir: Stop! Rodando el Cambio

Stop! Rodando el cambio es un documental grabado por un equipo de mujeres y financiado colectivamente. Durante un mes viajamos por distintas alternativas entre España y Francia en busca de otras formas de vida más respetuosas con el entorno y las personas que habitamos en él. La teoría del decrecimiento en la que nos basamos nos alerta de la imposibilidad de seguir produciendo como hasta ahora en un planeta cuyos recursos son finitos. Estos niveles de consumo nos han conducido a la desaparición de los bosques, a tener ríos y mares contaminados, sistemas de alimentación intoxicados… todo ello alimentado por la especulación financiera y una clase política despreocupada tanto a nivel social como medioambiental. ¿Cuánto tiempo más podremos esperar para que se produzca un cambio de paradigma a nivel mundial? ¿Es posible vivir felices reduciendo drásticamente nuestras necesidades?

http://www.rodandoelcambio.com