Etiquetado: Jose Ortega y Gasset

Pensar la ‘teliatría’ (con Jorge Acevedo Guerra)

«Para Husserl, la Tierra es, ante todo, suelo (Boden); para Ortega, aquello que me sostiene firmemente; para Heidegger, la portadora (Tragende). La Tierra, pues, tendría para los tres cierto carácter de «fundamento» que, por cierto, sería necesario precisar en cada caso. Lo que es claro, no obstante, es que la teliatríaneologismo que remite a Tellus (lat.), Tierra, y a iatreía (gr.), curación, y que convendría poner en uso—, ya tiene cierta base filosófica que, a la postre, puede jugar un papel de la mayor importancia al abordar problemas que afectan hasta a los más alejados de toda teoría.» (p. 3)

Texto completo del profesor chileno aquí.

Corollarium al conjuro de Ortega

Nunca ha sido bueno atiborrarse de fluido, ni aunque este venga recomendado por el mismísimo García, pues, ya saben, los ‘anacronópatas’ beben y beben y nuestro Phrontisterion los transporta donde él quiere. Hoy trato de centrarme en el tema que, en algún momento, habré de defender: La ecología de José Ortega y Gasset. Debo a partir de ahora, y ya desde entonces, algunas respuestas e interesantes conversaciones en red, a algunos lectores de este breve blog.

endorcismo

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Ortegajos, sobre la preferencia por el verde…

Verde que te quiero verde, a veces, también por interés…

Afánate, mientras, «el menudo burgués indestructible (…) hipócrita (…) aplaude el espectáculo»

«Existe el prejuicio inaceptable de no considerar bellos más que los paisajes donde la verdura triunfa. Creo yo que influye en esta opinión cierto confuso restó de utilitarismo, ajeno y aun enemigo de la estética contemplación. El paisaje verde promete una vida cómoda y abundante. El menudo burgués indestructible que se afana siempre en algún rincón de nuestra alma favorece interesadamente nuestro entusiasmo desinteresado hacia los esplendores de la vegetación. No le importa el valor estético de la verdura esmeralda; pero, hipócrita, la alaba mientras piensa en la cosecha que ella anuncia y aplaude el espectáculo con secretas intenciones alimenticias.» (Ortega y Gasset, O.C., T. II, 383).