¿Acción y de ningún modo pensamiento?

Totalmente fortuito, el hecho es que esta jornada me sorprende con la pregunta por el pensar heideggeriana entre las manos. Pese a que, con mucho, excedan las posibilidades de este día, no puedo dejar de compartir alguna de sus reflexiones (I). Después me vengo con algunas paremias totalmente accesorias que me han ido surgiendo (II). Mejor las digo de una vez.

I. ¿Acción y de ningún modo pensamiento?
(A propósito de Heidegger, M., ¿Qué significa pensar?, ed. Trotta, 2005)

Para nuestro amigo Martin –digamos, ‘el folclórico de Friburgo’- se ha cometido un imperdonable olvido de aquello del pensar. Exceptuando a un puñado de griegos, tal vez Schopenhauer, y el loco de Sils-María -pues presenta a Nietzsche como el último pensador de Occidente- puede que el común de los mortales no hayamos llegado a pensar nunca en lo que más merece pensarse. Provocadoramente advierte el alemán:

«Lo que más merece pensarse en nuestro tiempo problemático es el hecho de que no pensamos.» (p. 17)

Sin duda, la consiguiente aclaración que solicitamos a la tesis de Heidegger es la misma que él mismo plantea: «¿qué es» pues «lo que más merece la pena pensarse» Martin?, « ¿cómo se muestra en nuestro tiempo problemático?» (p. 16) A esta pregunta, Heidegger parece responder por un momento como si siguiera la onceava y última de las tesis sobre Feuberbach, al apelar a ejercer más acción y detenernos menos en el mero pensamiento:

«Lo que más merece la pena pensarse es que nosotros todavía no pensamos; todavía no, aunque el mundo se hace cada vez más problemático. Este hecho parece exigir, más bien, que el hombre actúe sin demora, en lugar de hablar en conferencias y congresos y moverse en la mera representación de lo que debería ser y de cómo debería hacerse. Falta, por tanto, acción y de ningún modo pensamiento.» (p. 16)

Una idea que tal vez venía encapsulada en lo que Marx y Engels firmaban entre 1845 y 1888: «Los filósofos sólo han interpretado diversamente el mundo; pero de lo que se trata es de transformarlo» (p. 59). Al reclamar más acción frente a tanto pensamiento -derrochado en filosofías, conferencias, congresos, y representaciones de ese estilo- parecería que Heidegger se ufana en la posibilidad de conseguir un cambio de corte tal vez revolucionario, sin la ayuda de ese dios y con las resonancias que han sido mencionadas. No obstante, a continuación lanza una especie de paremia que da un giro radical a este argumento:

«Y, sin embargo, quizá el hombre hasta ahora, desde siglos, ha actuado ya demasiado y pensado demasiado poco.» (16)

Dicha afirmación, todo hay que decirlo, se corresponde en cierto modo con aquel lema zizekiano de «¡no actúes, solo piensa!»; quién, por lo demás, se atribuía sin pudor semejante inversión, en parte, contra-marxista. Se nos dice que hoy es la jornada de reflexión como si fuera algo que no venimos haciendo cada día, ¿eh, Martin?

II. Paremias a propósito (o a pesar) de los comicios

  1. Comparados con las consecuencias de mi ética cotidiana, los comicios de mañana se me hacen como un limpiarse el culo tras la saludable deposición diaria. ¿Qué va a ser, diárrhoia o stringĕre? ¿Son sus evacuaciones muy oscuras? Eso responde sin duda a un exceso de hierro en el asunto.
  2. Hay quien lubrica con especial esmero sus orificios corporales; al parecer sospecha que en cualquier momento le podrían hacer la democracia sin permiso.
  3. A las urnas se va (?) con un libro de Kropotkin oculto en los riñones. Si alguien se pone tonto siempre puedes soplarle un texto en el oído.
  4. Otros, sin embargo, irán para matarse.
  5. ¿Qué será, en definitiva, de los metecos, los esclavos, las mujeres y los niños cuando voten los ciudadanos?

Deja un comentario